miércoles, 27 de febrero de 2019

¿Mente llena? o ¿mente tranquila?


Parece que una situación límite es sinónimo de desesperanza, pena, tristeza, ansiedad, depresión y muchas más palabras que no añadiré porque creo que el foco de atención debe de estar mirando hacia otra dirección, donde haya un sentido de fortaleza y de calma interior que nos permita consolidar la dignidad y la razón de nuestra existencia.

No hace falta fijarse en los interminables testimonios de figuras conocidas que convirtieron sus reveces en victorias, para confirmar la existencia de una mente feliz en aquellas personas que viven su día a día de manera más plena.

La vida no es tan complicada, es nuestra mente la que mal interpreta lo que nos sucede y le damos total credibilidad, hundiéndonos en la incertidumbre, la duda, la desconfianza.

La buena noticia es que la podemos entrenar y una manera muy simple de hacerlo es pasar del modo pensar al modo sentir.
Prueba a sentir la temperatura del pomo de la puerta cuando la abres en lugar de abrirla automáticamente mientras tu mente está pensando en otra cosa.

Prueba a sentir el olor del jabón cuando te lavas las manos, , a observar detenidamente las figuras que se forman, sus colores, a escuchar el sonido del agua que cae.

Prueba a darte cuenta de que tu mente vaga y tráela otra vez al presente poniendo toda tu atención en los sonidos que te rodean  o en el color del paisaje o simplemente en saborear pausadamente la forma, la textura, el sabor de una fruta mientras te la comes.

Esto te llevará poco a poco a desarrollar un estado de conciencia diferente, más pausado, más pleno, más tranquilo, más feliz.

Y tu mente ¿cómo está?


                                              ¿Llena?        o     ¿Tranquila?
                                           






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